La depilación de los genitales no es nada nuevo, ya se realizaba en el Antiguo Egipto, las mujeres utilizaban ungüentos depilatorios, raspados con piedra pómez, los hombres utilizaban navajas de sílex o cobre. En Grecia se mantuvo que la depilación corporal era fuente de belleza y juventud, se daba sobre todo en clases altas y se mantuvo en la Época Romana donde desde la adolescencia se relizaban tratamientos para erradicar el vello púbico. Entre estos tratamientos estaba el uso de pinzas llamadas “volsella”, cremas depilatorias como el “dropax” o ceras de resina y brea llamadas”philotrum”. Los tratamientos se llegaban a realizar en baños públicos a las cortesanas por parte de unos esclavos que se denominaban “alipilarius”. Estos baños serían equivalentes a los “hamams” turcos pero sin la connotación de mujeres licenciosas, en esta caso el pecado lo tenían las mujeres no depiladas.
Las mujeres musulmanas por razones religiosas también deben depilarse. En la India el sentido de la depilación toma ya tintes afrodisíacos con contenido erótico-sexual. Utilizan la técnica del hilo que ahora se ha puesto de modo entre los occidentales.
Contrariamente las mujeres cristianas consideraban esto como un ritual pagano y no lo realizaban. Durante la Edad Media e incluso el Renacimiento hay numerosos datos que atestiguan que la práctica depilatoria genital seguía en uso. De hecho no es hasta el siglo XVI, en que la reina de Francia Catalina de Medici prohibiera de manera explícita el rasurado de vello púbico en las mujeres en gestación y sus damas, que no decayó su práctica.
Pero si existe el vello púbico es por alguna razón. Se barajan dos principalmente: La primera es que sirve como mantenedor o generador de olores y fluidos que segrega el cuerpo y que puede actuar como estimuladores del deseo sexual en la pareja, son las denominadas feromonas. Es clásica la frase de una carta de Napoleón a Josefina en la que le dice: “No te laves desde hoy. Estaré contigo en una semana”. La segunda sería un efecto protector de los genitales frente a los agentes físicos externos, así como un efecto barrera frente a gérmenes. Hoy en día que tenemos una higiene adecuada, usamos perfumes y ropa interior todas estas funciones carecerían de valor.
A favor de la depilación genital estaría la mayor higiene de la zona, la posibilidad de una mayor sensación durante el acto sexual (aunque para otros resulta molesto), facilita el sexo oral y permite a la mujer un mejor conocimiento de sus genitales ya que por cultura durante mucho tiempo ha estado mal visto que la mujer explorara estas zonas.
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